
Algún desinformado lector, al recorrer las páginas de este Blog, puede llegar a la errónea conclusión de que el único género musical genuinamente alemán es la alegre, frívola y entrañable
Volksmusik. Nada más lejos de la realidad. Resulta difícil definir la cultura alemana con una palabra de menos de 10 sílabas, ya que, como muchos nombres (por ejemplo los omnipresentes
Importriesenplastikgartenzwerge) resulta de la suma (que no la mezcla) de diversos conceptos, a menudo enfrentados. Así, hoy me trasladaré del extremo lúdico y festivo, alegre y desenfadado que representa la Volksmusik, al otro extremo, no por ello menos alemán, de la sobriedad austera y apática de
Kraftwerk. De alguna manera, Kraftwerk es a la Volksmusik lo que la escuela Bauhaus es frente a la
Abadía de Ottobeuren, Kant es para Nietzsche, el
Cebit es frente a la Oktoberfest, o la introspección protestante para la ostentación religiosa de los católicos. Unos y otros son expresiones de la contínua dicotomía alemana entre el caos, el jolgorio (
die Gaudi, como dicen en el sur) y el buen vivir (
die Gute Laune) propia de las tribus "bárbaras", frente al orden (
die Ordnung) y la disciplina (
die Disziplin) , herencia de la larga tradición militar Prusiana.
En cualquier caso, Kraftwerk representa un punto de inflexión en el panorama musical mundial, no tanto por sus propias creaciones, no siempre valoradas por el gran público, como por haber sentado las bases de lo que hoy se conoce como "música electrónica", incluyendo todas sus derivaciones discotequeras, y tuvo una gran influencia en el desarrollo del "hip hop" tal como lo conocemos en la actualidad. Aún hoy en día cuentan con un público fiel y son capaces de demostrar su capacidad innovadora incluso a la hora de diseñar su propia página web, que no tiene desperdicio, pues está repleta de "juegos interactivos" en los que uno puede crear su propia versión de algunas de sus obras más conocidas (http://www.kraftwerk.com/).
Fue en 1973, en plena efervescencia del Flower Power, cuando Ralf Hütter y Florian Schneider, unos músicos que hasta entonces no parecían alejarse demasiado de la música psicodélico-vegetariana propia del Krautrock alemán, se transforman en unos chicos con estética de los 50 reivindicando temas tan bucólico-pastoriles como las autopistas (Autobahn, 1973), la radioactividad y la radio (Radioaktivität, 1975), y en general todo aquello relacionado con la mecanización y la revolución tecnológica... Temas como "Ohm, sweet Ohm", o "Geigerzähler" (Radioaktivität) son de los que llegan directos al corazón de cualquier hombre de hojalata. Como ejemplo, esta actuación de Die Roboter (The Robots) en la cadena alemana ZDF, que causó una gran conmoción en su día (1978), y aún hoy nos deja boquiabiertos por su puesta en escena. Hay quien aún cree que Kraftwerk no son realmente humanos, sino Ciborgs creados por alienígenas Umnitas para apoderarse de nuestra voluntad con sus melodías repetitivas y su capacidad para NO expresar sentimientos:
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